“Decidí mostrarme tal como soy para que ustedes, señoras que tienen miedo de la mirada de los otros, que se sienten incómodas en traje de baño o ropa interior, dejen de odiar sus cuerpos”, dice esta valiente influencer sexagenaria que protagonizó campañas para una marca de ropa interior
No tiene pudor en mostrar las huellas del envejecimiento en su cuerpo, como modelo de campañas de ropa interior y de productos de moda. Es una hermosa mujer de 65 años, que decidió combatir los prejuicios ligados a la edad madura. “Soy una mujer de más de sesenta, con sus cualidades y sus defectos, sus imperfecciones también, pero decidí mostrarlas, mostrarme tal como soy para que ustedes, señoras que todavía no se animan a mirarse en el espejo, que tienen miedo de la mirada de los otros, que se sienten incómodas en la playa en traje de baño o en ropa interior, incluso desnudas delante de su pareja, dejen de decirse que su cuerpo no es hermoso, que lo odian”, decía hace poco en su página de Instagram a sus más de 130.000 seguidoras.

Hoy es una de las influencers seniors más admiradas. Caroline Ida Ours, empresaria francesa, decidió hacer un cambio de vida a los 57 años a raíz de un aneurisma que la colocó al borde de la muerte. “A menudo olvidamos que la vida puede acabar en cualquier momento, es una suerte envejecer. Pero cuando nos hacemos mayores, ya no tenemos puntos de referencia, por lo que da un poco de miedo. La prensa femenina no habla de nosotras. Como mucho, nos muestran a Jane Fonda. La adoro, pero no me identifico con ella, yo uso un talle 44″, declaraba.
Caroline Ida Ours apunta así a cierta hipocresía en boga que por un lado celebra la diversidad de cuerpos pero luego sigue apelando a modelos que son excepción.

Su historia
Hasta hace unos ocho años, la vida de esta mujer separada y madre de dos hijos ya adultos, que trabajaba en una firma de marroquinería, transcurría rutinariamente. Pero los 15 días en coma después del aneurisma y un despido por cierre de la empresa que la empleaba desde hacía seis años lo cambiaron. No tenía ganas de ponerse a buscar un nuevo empleo asalariado. Fue así como empezó a usar Instagram y a subir sus propias fotos.
“Si al principio, mi cuenta, como muchas otras, tenía de todo, hasta un sitio de encuentros, y era consultada por un 75% de hombres, un año después, eso se terminó. Me di cuenta de que, en realidad, Instagram me servía para librar una batalla, para cumplir una misión de la que no era consciente antes… Hacer justicia con las mujeres, hablar de mi experiencia de vida, de mis sentimientos, denunciar el acoso, la discriminación de la mujer por la edad, ser a la vez un modelo, una compañera, una persona tranquilizadora, en el fondo, para todas aquellas que se preguntan cuál es su lugar en la sociedad, junto a los hombres o a sus hijos”.

Desde su cuenta en Instagram daba entonces consejos de moda, belleza y vida para mujeres reales, como suele decirse. Había logrado monetizar sus posteos al punto de poder vivir de eso sin preocupaciones por el futuro.
Pero posar en ropa interior marcó un antes y un después. Fue Anna Lemoine, directora artística de la firma de lencería Darjeeling, quien reparó en esa mujer madura de larga cabellera plateada y cuerpo voluptuoso, marcado por los años. Decidió sumarla a su campaña publicitaria que ya mezclaba mujeres muy diferentes: “gorditas” unas, otras por demás delgadas, de todos los colores de piel, con el lema “Tal como soy”. Pero no había cruzado la barrera de la edad. Eso sí que fue una ruptura. Y el escándalo para muchos.
Como puede verse en el video a continuación, la campaña ganó en diversidad con la incorporación de la modelo silver.
Caroline Ida hablaba en su cuenta de todos los temas que preocupan a las mujeres a partir de los 50, desde la menopausia hasta la dificultad para encontrar trabajo. Y no le iba nada mal. Pero la propuesta de Darjeeling le pareció divertida y original y potenció su activismo en redes.
Cuando empezó a verse su imagen en los afiches publicitarios y en las revistas de moda, llamaba la atención esta mujer, erguida frente a la cámara, que posaba en bombacha y corpiño. La cabeza alta, pliegues en el vientre, los pechos caídos, marcas de celulitis, brazos flácidos y pelo largo y canoso. Pero esta exhibición desenfadada de Caroline, no despertaba sólo admiración; también atraía las críticas de algunos haters.
“Tengo algunas dudas acerca del interés de mostrar así un cuerpo que envejece. Aceptar la edad no significa necesariamente exhibirla. Me parece que hay otras formas de aceptar la edad”, era por ejemplo uno de los comentarios poco amables. “Mi madre tenía un cuerpo mucho más bonito a esa edad. Se está descuidando esa mujer”, decía otro de los mensajes.

La propia Caroline decía: “Tuve que soportar un comentario muy violento por parte de un hombre en Twitter que no soportó esa visibilidad frontal de mi cuerpo. Ese señor no me interesa, lo he olvidado”. Ella quiere seguir abriéndose camino en este mundo, ser visible. Pero no necesariamente “desnuda” todo el tiempo, comentaba la revista Madame Figaro.
El sitio INfluencia le preguntó por qué había aceptado ser fotografiada de esa forma, y ella respondió que es así, “natural, sin photoshop”, y que lucha por la “inclusión”, contra el “edadismo” y contra la “invisibilización de la mujer”.
Caroline se ha convertido en una modelo que rompe todos los clichés de la edad y la estética. Lo que atrajo la atención mediática y pública sobre su figura fue sin dudas la campaña que hizo para la marca de lencería Darjeeling, en la que posó tal cual es, sin retoques. Para ella misma fue un impacto verse de pronto en cartelería gigante en toda la ciudad.

Las reacciones fueron de todo tipo, algunas feroces. Como suele pasar, muchas de las críticas más duras vinieron de las mujeres, incluso de esas que Caroline quería sacar de la oscuridad. “Vulgar”, “gore” y “trash” fueron algunos de los calificativos. Del otro lado, “esto es la realidad, la publicidad nos engaña”, “es la vida”.
“Tengo grasa en el abdomen -decía ella-. Cuando me siento, se me forman dos rollitos y eso me pasa a pesar de pilates y yoga”: una confesión con la que se identificarán muchas mujeres maduras.
En 2022, publicó un libro: “Generación Silver: sin tabúes ni límites”. Sobre el “combate” que emprendió a partir de la prueba vital que atravesó, dice: “Quería hacer alguna cosa que me perteneciera”, explicó en ese momento. Vaya si lo logró, porque desde que encontró este camino que le dio autonomía y una red de contactos, dejó de tenerle miedo al futuro y al retiro (se jubiló en 2023).

Su ejemplo ya ha inspirado a muchas mujeres de la generación silver. Pero no solo a éstas. También es una voz influyente para las jóvenes. En un programa que compartió con su hija India, reivindicó el derecho a ser bellas a toda edad. Salir de los dictados de la “eterna juventud” y entender que la belleza no tiene que ver con estándares físicos rígidos, sino que radica en la confianza en uno mismo y la aceptación de la propia imagen.
Caroline no solo da consejos de belleza, también habla de temas que muchos evitan al comentar los cambios que se producen en la edad madura. La sexualidad y el deseo después de los 50 constituyen otro de los ejes de la conversación que mantuvo por ejemplo con Christine Lewicki para el podcast Wake Up, Rise Up & Shine! La menopausia, lejos de ser un final, puede convertirse en una etapa de liberación y redescubrimiento del placer, afirmaba Caroline en esa charla: “La menopausia puede ser una liberación y una oportunidad para redescubrir el deseo y la sexualidad”. Según su testimonio, la madurez permite a muchas mujeres conocerse mejor, saber lo que desean y guiar a sus parejas hacia lo que les gusta. Al abordar los cambios físicos asociados a la menopausia, como la sequedad vaginal, anima a las mujeres a buscar soluciones y a no resignarse al silencio. Para ella, la plenitud sexual en la madurez es posible y deseable, siempre que se mantenga la conexión con el propio cuerpo y se desafíen los tabúes que aún pesan sobre la sexualidad femenina.

Respecto a las reacciones suscitadas por el desafío lanzado por Caroline Ida Ours al atreverse a algo que hasta ese momento era terreno exclusivo de cuerpos jóvenes y esbeltos, cabe parafrasear el dicho italiano (“Un conto è parlare di morte, altro è morire”), una cosa es hablar de inclusión y diversidad y otra practicarlas en serio. Muchas reacciones frente a la iniciativa de esta mujer ponen en evidencia que con frecuencia estos valores se defienden sólo en el discurso o por moda.
Entre nosotros, un conocido chimentero televisivo dijo con tono reprobatorio que Jennifer López era “gorda”, cuando la artista visitó el país hace unos años. Y un poco más atrás en el tiempo, una conductora televisiva se escandalizó por las arrugas de Jeanne Moreau cuando la actriz francesa vino al Festival de Cine de Mar del Plata. Se diría que una mujer que envejece naturalmente, sin intervenciones artificiales, no es digna de elogio. Después denuncian la “presión de la industria” sobre las actrices de edad…
