Los enviados del Fondo Monetario permanecerán hasta el domingo en Buenos Aires. Dos ex funcionarios del organismo creen que la política para el dólar será el factor decisivo para llegar a un acuerdo
Este jueves será el segundo día de negociaciones entre el Gobierno y los enviados del Fondo Monetario Internacional en una agenda de pulseadas técnicas para llegar a un consenso sobre el contenido de un acuerdo nuevo para la Argentina que ya cuenta con el visto bueno de la gerencia del organismo pero al que le falta la letra chica y la aprobación del directorio, el paso final y más relevante.
Los encuentros son estructurados con puntillosidad por temáticas y con integrantes particulares para cada caso, y se incluyen aspectos fiscales, monetarios, cambiarios, regulatorios y de reformas. El movimiento de funcionarios en el Palacio de Hacienda hacia el área privada del ministro de Economía fue incesante a lo largo del miércoles. La conversación tuvo doble sede entre el ministerio y el Banco Central. Algunos negociadores incluso eligieron caminar las cuatro cuadras que separan ambos edificios a pesar de la muy calurosa tarde en el microcentro porteño.

Es por eso que incluso buscaban poner paños fríos a la aceleración que imprimieron las dos partes a la negociación y se ciñen al croquis planteado por Caputo antes de fin de año: que el acuerdo pueda estar cerrado en algún momento del primer cuatrimestre. Fuentes con concimiento del pensamiento del staff técnico aseguran que no habrá mayor detenimiento en el esquema de metas y de condicionalidad del programa nuevo, sino en otro aspecto más decisivo: cómo será el esquema cambiario que adoptará el equipo económico a lo largo del año.
Se refiere al armazón cambiario que implementó el gobierno libertario y al que le aplicó pocos cambios en trece meses: el rígido crawling peg, que será más lento desde febrero, el dólar blend exportador que desvía 20% de las liquidaciones al tipo de cambio contado con liquidación, y las restricciones cambiarias que todavía se mantienen, entre ellas el límite cruzado entre operaciones en el mercado oficial y los paralelos, o la remisión de utilidades a casas matrices.
“Es un tema muy sensible para el mercado”, reconoció Torres, y por esa razón este tema será tratado con reserva entre las dos partes. “Dudo que el desarme del cepo sea en una sola vez y que el Fondo mande toda la plata ahora”, consideró Torres.

Por su parte, Alejandro Werner, ex director del Departamento del Hemisferio Occidental -el cargo que hoy ocupa Rodrigo Valdés, desplazado de la negociación-, coincidió al señalar cuál es la distancia que separa al Gobierno del FMI hacia un acuerdo. “Hay un nivel de coincidencias muy alto, el único punto muy complicado es la política cambiaria y la estrategia para la salida del cepo”, aseguró en una entrevista con Radio Mitre.
“Yo no creo que el Fondo insista con una salida total en un corto plazo pero sí que el Gobierno tenga una estrategia clara, ese es el tema más difícil antes de anunciar eventualmente un nuevo acuerdo. Si hay coincidencias en el programa de políticas, va a haber desembolsos adicionales porque todo el mundo entiende que Argentina necesita recursos adicionales para implementar una mayor flexibilización del tipo de cambio y liberar el cepo, sería miope por parte del Fondo no otorgárselos”, concluyó Werner.
El ex funcionario del FMI estimó que los desembolsos podrían estar entre los 10 mil y 15 mil millones de dólares. El presidente Javier Milei aseguró en una entrevista con Bloomberg desde Davos este miércoles que la negociación se centra no solo en el monto que tendrá la operación sino también en la secuencia de los desembolsos. Además, dijo que puede haber un acuerdo paralelo con inversores privados.