Esta afección respiratoria progresiva, pero prevenible, impacta en la calidad de vida de millones en todo el planeta. Se estima que afecta al 14,5 % de los argentinos mayores de 40 años, según un estudio. La importancia de las espirometrías para su detección
Dificultad para respirar, tos crónica e infecciones respiratorias frecuentes: estos son los principales síntomas que deben afrontar quienes padecen Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica (EPOC), una afección progresiva, pero prevenible, que impacta gravemente la calidad de vida. Según los últimos datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), esta patología es responsable de 3,5 millones de fallecimientos, lo que representa el 5% de todas las muertes globales. Ante esta realidad, y en el marco del Día Mundial de la EPOC, los especialistas llaman a generar conciencia sobre esta enfermedad que, a menudo, permanece subdiagnosticada.
El doctor Manuel Ibarrola (MN 126.554), coordinador del servicio de neumonología del Sanatorio Güemes, enfatizó la importancia del diagnóstico temprano: “Es importante prestar atención a los síntomas de la enfermedad en su estado leve, como la falta de aire frente a determinados esfuerzos que antes no se presentaban y la tos crónica. Es ahí cuando más se puede hacer para prevenir su avance y tener una mejor calidad de vida”.
Síntomas y señales de alerta: la importancia del diagnóstico temprano
La Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica (EPOC) afecta las vías respiratorias de manera progresiva, dificultando actividades cotidianas como caminar o subir escaleras, incluso desde etapas tempranas. La acumulación de moco en los bronquios y la inflamación constante generan una tos persistente que puede estar acompañada de sibilancias y sensación de opresión en el pecho. Estas molestias iniciales suelen atribuirse a otras causas, como infecciones pasajeras o alergias, lo que retrasa la búsqueda de ayuda médica.
“La exacerbación de la EPOC incrementa las chances de morir por cualquier causa, no solo por enfermedades respiratorias. Una de las principales es la enfermedad cardiovascular, que puede ocurrir dentro de los primeros cinco años después de que se manifieste la exacerbación”, destacó el experto. Para frenar este deterioro, los especialistas destacan la importancia del diagnóstico temprano.
La espirometría, una prueba que mide la capacidad pulmonar, permite detectar la enfermedad incluso antes de que los síntomas se vuelvan severos. Sin embargo, el acceso limitado a esta herramienta en algunos sistemas de salud, incluido el argentino, contribuye a que una gran proporción de los pacientes permanezca sin diagnóstico. Además, esta condición a menudo se solapa con otras condiciones respiratorias, como el asma, lo que dificulta su identificación.
Reconocer diferencias clave, como la persistencia de la tos y la falta de aire tras esfuerzos moderados, es determinante para un diagnóstico certero. En ese sentido, los médicos subrayan la importancia de realizar evaluaciones regulares en personas con antecedentes de tabaquismo o exposición a contaminantes, grupos con mayor riesgo de desarrollar la enfermedad.
Es por este motivo que, desde Mayo Clinc, enumeraron los signos y síntomas:
- Falta de aire, especialmente durante la actividad física
- Sibilancia
- Opresión del pecho
- Una tos crónica que puede producir mucosidad (esputo) que puede ser clara, blanca, amarilla o verdosa
- Infecciones respiratorias frecuentes
- Falta de energía
- Pérdida de peso involuntaria (en etapas posteriores)
- Hinchazón en tobillos, pies o piernas
Un desafío adicional en el diagnóstico temprano de la EPOC es su tendencia a subestimarse en poblaciones jóvenes o en fumadores ocasionales, quienes a menudo no relacionan los síntomas con una enfermedad crónica. Según el Instituto Nacional del Corazón, los Pulmones y la Sangre (NHLBI), “la EPOC afecta a más de 14 millones de adultos en los Estados Unidos, y muchos otros no saben que la tienen”.
Este retraso en la detección reduce las posibilidades de prevenir complicaciones graves. Es por este motivo que los expertos destacan la importancia de que los profesionales de atención primaria realicen pruebas como la espirometría en pacientes de riesgo, con el objetivo de achicar la brecha del subdiagnóstico.
EPOC: un problema subdiagnosticado que afecta profundamente la calidad de vida
La EPOC es la cuarta causa de fallecimientos en el mundo, con 3,5 millones de muertes anuales, según la OMS. Una situación que, en los países de ingresos bajos y medios, se manifiesta con una mayor carga de la patología debido al acceso limitado al diagnóstico temprano y a factores ambientales como la contaminación en interiores.
En Argentina, el estudio EPOC.AR señala que la enfermedad afecta al 14,5% de los mayores de 40 años, con una prevalencia mayor en hombres (18%) que en mujeres (11,7%). Además, advierte que el 77% de los afectados desconocen su diagnóstico, lo que dificulta el acceso temprano a los tratamientos y aumenta las complicaciones respiratorias.
La enfermedad no solo limita las actividades físicas de quienes la padecen, como caminar o trabajar, sino que también afecta su bienestar emocional, generando ansiedad o depresión. Según Ibarrola, las exacerbaciones, episodios de agravamiento de los síntomas, incrementan los riesgos con un impacto multisistémico. Es por eso que destaca la necesidad de un abordaje integral que contemple tanto el diagnóstico como el manejo adecuado de la enfermedad.
El impacto económico de esta patología también es significativo, ya que los pacientes con EPOC suelen requerir hospitalizaciones frecuentes y medicamentos de alto costo, lo que representa una carga tanto para las familias como para los sistemas de salud. Mayo Clinic señala que “la enfermedad puede tener consecuencias económicas considerables debido a la limitación de la productividad en el trabajo y en el hogar y al costo del tratamiento médico”.
Factores de riesgo y prevención: actuar antes de que sea tarde
Aunque existen otros factores, el tabaquismo es el principal responsable de la EPOC, siendo causal de hasta el 90% de los casos, según el estudio EPOC.AR. Las sustancias tóxicas del humo de cigarrillo provocan un daño progresivo en las vías respiratorias, pero no solo los fumadores activos están en riesgo: las personas expuestas al humo de segunda mano también pueden desarrollar esta enfermedad.
En áreas rurales y países de ingresos bajos, la combustión de biomasa, como la quema de leña o carbón, agrava la incidencia de EPOC, especialmente en hogares con ventilación deficiente. Además, el aumento del vapeo y del consumo de sustancias como la marihuana plantea interrogantes sobre sus efectos a largo plazo. Según Ibarrola, “si bien se sabe que estas prácticas generan daño, todavía no está totalmente establecida su relación con la EPOC, como sí ocurre con el cigarrillo o con la combustión de biomasa”.
Es por este motivo que el control de los factores de riesgo no solo depende de decisiones individuales, sino también de políticas públicas que regulen el acceso a productos dañinos como los cigarrillos electrónicos, además de campañas educativas y legislaciones que impulsen la reducción del consumo de tabaco.
Asimismo, para prevenir la EPOC, dejar de fumar es la medida más importante. Según la OMS, “las políticas públicas, combinadas con programas de cesación tabáquica, han demostrado ser efectivas para reducir la prevalencia de la enfermedad”. Incluso, evitar la exposición a polvos y sustancias químicas en el trabajo, mejorar la ventilación en hogares y vacunar contra la gripe y la neumonía son estrategias clave para disminuir los factores de riesgo.
Tratamientos y manejo integral: mejorar la calidad de vida
Aunque la EPOC no tiene cura, un manejo integral puede frenar su avance y mejorar significativamente la calidad de vida de quienes la padecen. Los broncodilatadores y los corticoides inhalados son las terapias más comunes, ya que ayudan a mantener las vías respiratorias abiertas y reducen la inflamación pulmonar. En casos avanzados, algunos pacientes requieren oxigenoterapia, una intervención que, según la OMS, “es la única que ha demostrado prolongar la vida en los casos más severos”.
La rehabilitación pulmonar, que incluye ejercicios físicos y apoyo psicológico, evidenció resultados positivos al mejorar la capacidad funcional y reducir la ansiedad. Sobre los avances en el manejo de la enfermedad, Ibarrola señaló: “La EPOC era una enfermedad que empeoraba a lo largo del tiempo, pero últimamente se observa que con un adecuado manejo se puede lograr una estabilidad en cuanto a la función respiratoria”.
En las últimas décadas, se desarrollaron nuevos enfoques terapéuticos, como el uso de válvulas endobronquiales, que ayudan a mejorar la respiración al liberar aire atrapado en los pulmones. Estos tratamientos innovadores ofrecen esperanza a los pacientes con formas graves de la enfermedad que no responden a las terapias convencionales. El Instituto Nacional del Corazón, los Pulmones y la Sangre (NHLBI) destacó además investigaciones sobre “la combinación de biomarcadores genéticos y tratamientos de precisión, que podrían mejorar la detección y personalización de terapias para los casos más complejos”.
Por otro lado, estudios recientes financiados por el NHLBI exploraron “el uso de terapias experimentales como los moduladores de mucosidad”, diseñados para reducir la obstrucción de las vías respiratorias en casos severos de EPOC. Estos enfoques innovadores, aún en etapas iniciales, apuntan a disminuir los episodios de exacerbaciones y mejorar la función pulmonar de forma sostenible.
Además del tratamiento médico, los cambios en el estilo de vida son fundamentales. Abandonar el tabaco, mantenerse físicamente activo y evitar la exposición a contaminantes son medidas esenciales para mejorar los resultados. La educación sobre la enfermedad también juega un papel crucial, ya que permite a los pacientes participar activamente en su tratamiento y en la prevención de exacerbaciones.