Felipe Bautista Klir, alumno del ILSE, y Federico Crovara Subia, de la Escuela Philips, lograron puestos destacados en el certamen internacional, que se celebró en la ciudad de Chiba. La delegación argentina quedó en el puesto 59 de 112 países; China se llevó el primer lugar
Felipe Bautista Klir y Federico Crovara Subia son estudiantes de secundaria de la Ciudad de Buenos Aires y acaban de lograr una proeza: ganaron medallas (Felipe de plata y Federico de bronce) en la última Olimpiada Internacional Matemática (OIM), que se celebró del 2 al 13 de julio pasado en la ciudad de Chiba, en Japón. Otros tres compañeros –Martín Gabriel Lupin, Ignacio Javier Naguil y Uriel Digestani– obtuvieron menciones honoríficas en el certamen internacional que contó con la participación de 618 estudiantes de 112 países.
Mientras que los datos de evaluaciones estandarizadas muestran que la Matemática genera severas dificultades para la mayoría de los estudiantes de secundaria –según la prueba Aprender 2022, 8 de cada 10 alumnos no alcanzan el nivel esperado–, el equipo de adolescentes argentinos que participaron en la OIM se perfila como una excepción, pero también como una muestra de lo que puede lograr la combinación de talento, motivación, esfuerzo y una buena enseñanza.
Felipe Klir es estudiante del Instituto Libre de Segunda Enseñanza (ILSE), la escuela privada que cuenta con la supervisión académica de la UBA: su medalla de plata lo ubicó en la posición 15 en el “salón de la fama” de los argentinos que han participado en la historia de la OIM. Federico Crovara Subia, por su parte, cursa 6° año en la Escuela Philips, una secundaria técnica de gestión privada, como la Escuela ORT, adonde asiste Uriel Digestani. El equipo argentino se completa con Martín Lupin, del Colegio Musical IDRA de Mar del Plata; Iván Nicolás Flores, del Colegio Inmaculada Concepción de Lomas de Zamora; e Ignacio Naguil, estudiante del Colegio Nuestra Señora de Fátima de Río Gallegos, Santa Cruz. Son amigos entre sí; muchos de ellos ya se conocían de ediciones previas.
Para llegar a esta instancia, todos pasaron antes por varias fases: colegial, intercolegial, zonal, regional y nacional. Fue un equipo enteramente masculino, una característica que se replicó en muchas otras delegaciones: apenas 67 de los 618 concursantes fueron mujeres (un 10,8% del total). La jefa de la delegación argentina fue Patricia Fauring y el tutor, Martín Mereb.
“Tuvimos un entrenamiento de un mes en Ciudad Universitaria, en la sede de la Facultad de Ciencias Exactas, a cargo de un equipo de exolímpicos de la Olimpíada Matemática Argentina”, explica Federico Crovara Subia a Infobae. Estudiantes destacados en sus respectivas escuelas, en junio cada uno tuvo que abocarse por completo a la preparación para el certamen: entrenaban de lunes a viernes, de 9 de la mañana a 6 de la tarde. La preparación consistió, sobre todo, en resolver problemas de años anteriores que están disponibles online.
“Desde chico siempre me interesó la Matemática. Empecé a participar en Olimpiadas en 5° grado de primaria, tenía 10 años. Desde entonces no paré”, cuenta Federico. ¿Lo que más lo motiva? “Me gusta el proceso de pensar los problemas para resolverlos”, responde. El año que viene termina la escuela: planea estudiar Matemática. “Me encantaría poder tener una experiencia académica en Estados Unidos y dedicarme a la investigación”, proyecta.
La puntuación acumulada del equipo ubicó a la Argentina en el puesto 59 de 112 países participantes. El primer puesto mundial fue para China, tal como viene sucediendo en las últimas 5 ediciones. El podio se completa con Estados Unidos (2°) y la República de Corea (3°). En América Latina, las delegaciones mejor posicionadas fueron las de México (que compartió el puesto 14 con Israel) y Brasil (16°). Perú (32°) también tuvo buenos resultados.
“China tiene escuelas orientadas específicamente a las olimpiadas, le dan una importancia central a la ciencia y la tecnología en el marco de su proyecto de país”, analiza Alberto De Luca, rector de la Escuela Philips y profesor de Matemática durante más de 30 años. “Este equipo es como una selección: si hubiesen sido la delegación juvenil de fútbol, habrían salido en todos lados. Su desempeño es producto del estudio de muchos años, de una preparación tan o más intensa que la del deporte”, agrega el directivo.
De Luca continúa: “El problema es comparar el desempeño de este equipo con el del sistema educativo argentino. Estos jóvenes se prepararon con problemas complejos, que implican metaaprendizaje y van mucho más allá de la currícula escolar. Pero si uno mira a nivel macro, hay gran cantidad de chicos que terminan la escuela sin pensamiento lógico. ¿Cuántos adolescentes argentinos están en condiciones de alcanzar un buen nivel de matemática?”.
Los resultados del equipo argentino son una rareza dentro del sistema educativo, pero traslucen lo que pueden lograr los estudiantes con dedicación y acompañamiento. “La matemática ayuda mucho en lo académico porque la forma en que uno resuelve los problemas se aplica también en otras áreas. Para cada problema uno tiene que buscar el mejor camino, plantear distintas perspectivas, después elegir una y desarrollarla hasta llegar a la solución”, explica Federico. Y agrega que para él dos factores clave son perseverancia y práctica: “La experiencia de haber resuelto problemas sirve para poder pensar soluciones alternativas”.