El calor y el viento alimentan las llamas. Hay 600 bomberos llegados de otros países europeos para ayudar. Parte de la población acusa a los migrantes ilegales de iniciar el fuego.
El verano boreal quema el sur de Europa. Después del dramático incendio en la isla española de Tenerife, donde se quemó en las últimas semanas el 30% de la masa forestal de la isla, el nuevo foco de preocupación está en el noreste de Grecia, donde según la Comisión Europea se está produciendo “el mayor incendio forestal nunca registrado en Europa”, según las declaraciones del comisario europeo de Gestión de Crisis, Janez Lenarcic.
El funcionario, miembro de la Comisión Europea, dijo el domingo que los países del bloque nunca habían tenido que hacer frente a un incendio tan potente y tan difícil de controlar.
En la región del Evros, fronteriza con Turquía y cercana a la ciudad de Alexandrópolis, se quemaron ya más de 80.000 hectáreas, murieron 19 personas (todas migrantes irregulares que se escondían de las autoridades en los bosques y cuyos cuerpos, incluyendo los de dos niños, fueron encontrados carbonizados) y 10 días después el fuego sigue sin poder ser controlado.
Calor y viento
La situación, dadas las circunstancias meteorológicas (calor y viento) empeora estos días a pesar de que Grecia cuenta con la ayuda de 600 bomberos de otros países europeos, que llegaron equipados con decenas de aviones y helicópteros preparados para apagar incendios.
Focos menores a las afueras de Atenas y en la isla de Andros hacen además que el gobierno griego tenga que repartir sus efectivos. Los servicios de Protección Civil ordenaron este domingo, ante el avance de las llamas, la evacuación de varias localidades de Lefkimmi y Kassitera. El gobierno del primer ministro conservador Kyriakos Mitsotakis reconocía el fin de semana que la situación era “muy difícil” y que el costo de lo ya destruido era por ahora “incalculable”.
Las autoridades regionales pidieron más medios terrestres, más maquinaria pesada, más aviones y helicópteros y más hombres. Temen que los vientos, dada la previsión, cambien desde este lunes y hagan aún más compleja la situación sobre el terreno. El gobierno regional aseguró que se ve incapaz de asegurar que podrá frenar los incendios.
Además de en esa región del noreste griego, donde se están quemando los bosques del Parque Nacional de Dadia, también hay un grave incendio al norte de Atenas, en el monte Parnes, uno de los pulmones de la megaurbe en la que vive casi la mitad de la población griega.
El Papa Francisco anunció el domingo su “solidaridad” con el pueblo griego mientras la Comisión Europea sigue intentando movilizar más medios de otros países europeos.
En Grecia se queman anualmente desde 2006 (cuando empezaron a guardarse esas estadísticas) unas 40.000 hectáreas. El año pasado fueron 120.000 y en los últimos 10 días van más de 80.000. El Gobierno de Mitsotakis culpa a la crisis climática, con el aumento de temperaturas y la reducción de precipitaciones.
Resentimiento racial
Los incendios están animando el odio racial. El hecho de que se encontraran los cuerpos de migrantes irregulares quemados llevó a grupos de extrema derecha a acusar a los extranjeros de haber provocado los incendios. Los ultras aseguran que no es casualidad que los incendios empezaran en la ruta que siguen los migrantes que consiguen atravesar la frontera terrestre entre Turquía y Grecia.
La semana pasada fueron detenidos tres hombres que habían secuestrado a punta de pistola a 13 migrantes y los habían metido en una furgoneta, los habían grabado en video y habían amenazado con tirarlos al fuego.
El ministro de Protección Ciudadana, Yannis Oikonomou, reaccionó diciendo que “Grecia es un Estado de Derecho, dotado de sólidos fundamentos democráticos y de una tradición humanitaria donde no se tolera que nadie se tome la justicia por su mano”. Diputados de extrema derecha aseguran sin pruebas que los migrantes impiden trabajar a los aviones anti-incendios.
Las acusaciones falsas contra los migrantes no son nuevas en Grecia, pero el odio contra ellos sí, sobre todo desde que en 2015 Turquía facilitó que cientos de miles de sirios, iraquíes y afganos transitaran por esa frontera en su viaje a Europa.
Desde entonces hay pruebas de malos tratos, expulsiones ilegales y violencia ejercida por grupos irregulares protegidos por las fuerzas del orden e incluso por la policía griega.