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Bruno Guillén tiene 38 años y es de Bariloche.
Bruno Guillén reconoció su vocación por la docencia desde chico, cuando estudiaba en el Centro de Educación Técnica de Bariloche N°2 de Jorge Newbery, el mismo instituto que lo vio como alumno y ahora lo ve como profesor. Su dedicación a la enseñanza y a llenar de humanidad los espacios educativos dio sus frutos, y recientemente fue distinguido como uno de los 50 finalistas del Global Teacher Prize 2023.
Sin embargo, el camino de Guillén hacia ese premio y hacia su realización docente no fue fácil. Tiene 38 años y hace 11 trabaja al servicio de jóvenes y adolescentes, y para él es lo más gratificante que existe.
En diálogo con Clarín, cuenta que él mismo se postuló a la octava edición del Global Teacher Prize, el premio realizado por Fundación Varkey en colaboración con la Unesco y en alianza con Dubai Cares. Tras contar su historia de superación fue seleccionado entre más de 7.000 postulaciones de 130 países. Es el único argentino en integrar la terna finalista.
Bruno siempre supo que lo suyo eran las tareas manuales, y desde los 15 años ya se desempeñaba como ayudante de electricista. Su formación secundaria, que le implicaba viajes de 4 kilómetros todos los días, también lo inspiró: admiraba a sus docentes y quería ser como ellos.
Estuvo un tiempo en Buenos Aires en donde persiguió el sueño de estudiar arquitectura, pero una necesidad económica de la familia lo hizo regresar a Bariloche y ayudar a su padre como herrero. Sin embargo, nunca renunció a estudiar y siguió haciéndolo de noche en el Centro de Capacitación Técnica de Bariloche para recibirse de Perito Constructor.
“Estaba preparado y ayudaba muchísimo a mis compañeros. Muchos me decían ‘la verdad que tendrías que dar clases vos’, querían que les enseñara. Eso confirmaba mi pensamiento de decir ‘tengo talento para esto’“, cuenta Bruno.
Así fue que, con 27 años, tomó coraje y buscó esa oportunidad de enseñar en la misma escuela secundaria técnica que lo acogió y le dio las primeras herramientas en su camino: el Centro de Educación Técnica n°2 Jorge Newbery. Sin saberlo, empezaba un viaje de mucho esfuerzo, vínculos y de muchos frutos.
“Una vez que hice la suplencia dije ‘esto es lo mío’. Me faltaba la parte social, yo sentía que estaba encerrado produciendo y me faltaba eso, estar día a día con estudiantes en donde podés sembrarles un montón de cosas buenas y positivas”, confiesa Guillén.
El desafío docente le dio la posibilidad de que en 2019, motivado por un caso de una psicóloga social que trabajaba con un grupo de personas con artritis reumatoide, impulsara un proyecto que actualmente se llama “Ayuda en 3D”.
A través de este emprendimiento que reúne a chicos de entre 15 y 19 años de los cursos de tercero y sexto año respectivamente, se logran día a día dispositivos que permiten abrochar un botón, abrir botellas de gaseosa y hasta cerraduras sin la necesidad de forzar las manos. En la mayoría de casos, los chicos se comprometen mucho con lo que hacen y el entusiasmo de Bruno se contagia.
“El proyecto trata de que ellos aprendan a usar programas de computadora para crear dispositivos de ayuda para la gente que tiene artritis. Aprender también qué es esta enfermedad y cómo hacer dispositivos que puedan ayudar a hacer tareas simples. Ponen en juego un montón de conocimiento y eso es hermoso porque le encuentran el sentido a lo que están aprendiendo“, detalla Bruno.
Más de 100 personas ya se vieron beneficiadas por los dispositivos que Bruno y sus estudiantes diseñan e imprimen. De hecho, el proyecto fue declarado de interés en su ciudad.
Aunque sin dudas la distinción más importante fue a nivel regional por el Centro Latinoamericano de Aprendizaje en Servicio Solidario. Allí, el proyecto obtuvo el tercer puesto entre 55 propuestas pedagógicas de Latinoamérica y resultó finalista a nivel nacional entre 300 proyectos para el Premio Presidencial Escuelas Solidarias 2023 promovido por el Ministerio de Educación de la Nación.
Bruno se divide entre dos mundos diferentes que, en realidad, hacen parte de lo mismo: la secundaria y la universidad. Guillén es ayudante de cátedra desde hace 6 años en la Universidad Tecnológica Nacional (UTN) en San Carlos de Bariloche, a la que va cada sábado a colaborar en el trabajo de dos ingenieros que crean un aserradero portátil. Anteriormente, para la misma universidad, ya había colaborado en el desarrollo y construcción de un generador eólico.
Algo le genera gran alegría, hay alumnos que tuvo en la técnica y que ahora ve en la UTN: “Los chicos que empezaron conmigo en el 2019 y ahora están en primer año de la universidad y los veo siempre. Es algo muy gratificante. Justo ese grupo con el que empezamos el proyecto los tuve en segundo, en tercero, en sexto y ahora en la Universidad”.
Bruno conoce como nadie a sus alumnos y siempre intenta acompañarlos desde cerca, no solo en las enseñanzas y prácticas que brinda, sino desde el lado humano. En parte, sabe que es por el contexto de superación y esfuerzo del que viene.
En el último acto de graduación entregó muchísimos diplomas, y la mayoría de los chicos decidió seguir sus estudios universitarios en ingeniería mecánica o carreras relacionadas a proyectos realizados, como diseñador industrial, traumatología y medicina. Con muchos de los alumnos, Bruno ha desarrollado un vínculo que va más allá de una clase, y le encanta que así sea.
“La educación secundaria está al servicio de la comunidad, hace hasta de asistente social. Uno tiene que estar dispuesto a ayudar, tener un par de zapatillas en el auto, comprarle un cafecito a alguno que se siente mal… es estar pendiente de un montón de cosas. Es muy gratificante saber que más allá de un contenido, el pibe sabe que siempre se puede ir con menos cargas a su casa”, concluye Guillén.
En las próximas horas, Bruno será recibido para conocer la sede de la Fundación Varkey, organizadora del premio que tendrá un ganador definitivo de un millón de dólares el 8 de noviembre de 2023, en París.