La reducción del impuesto PAIS impactó en los costos de octubre, con deflación de 0,5% en los productos importados y le quita combustible para al IPC de este mes. La promesa de Milei de reducir el 2% mensual del “crawling peg”
No sólo las desgracias nunca vienen solas. Al menos en los últimos tres meses, también las buenas noticias llegan una encadenada a la otra para Javier Milei y su ministro de Economía, Luis Caputo. Más allá de la fiesta financiera, que no decae, el Gobierno sumó ayer con el dato de inflación mayorista de 1,2%, el más bajo desde hace casi cinco años, otro indicador positivo que puede acelerar definiciones clave. En particular, el rebaje en el ritmo de suba mensual del dólar que ya corre por encima de los precios mayoristas.
De ahí que el propio Milei anunció la semana pasada, cuando se conoció el IPC de octubre de 2,7%, que de sostenerse en baja en los próximos meses, el Banco Central reduciría a la mitad la velocidad de suba nominal del tipo de cambio. La estadística de ayer, que preanuncia otra baja en el índice de precios al consumidor de este mes, fortalece e incluso podría anticipar esa decisión.
“El nivel actual de inflación mayorista es el menor desde junio de 2020, cuando el IPIB se encontraba en un nivel del 3,72%. Recordamos que la inflación mayorista suele influir en el IPC, porque un aumento en los costos de producción puede ser trasladado a los precios al consumidor, lo que eleva el IPC. Sin embargo, la transmisión no es inmediata ni perfecta”, aportaron desde Aurum Valores.
Aun así, el informe de inflación mayorista capturó un impacto que se esperaba desde septiembre cuando el Gobierno redujo 10 puntos porcentuales la tasa del impuesto PAIS. El efecto se vio reflejado primero en los precios de los bienes de octubre, que desaceleraron casi 1 punto respecto del mes anterior y anotarían una nueva baja este mes dado el retroceso que anotaron a nivel mayorista.
“Precios Importados (con) deflación de 0.5%. El impacto de la baja del impuesto PAIS pegó en septiembre y octubre. Bien”, destacó el economista Fernando Marull.
El dato, previsiblemente, fue celebrado por el Gobierno. El Presidente se hizo eco en sus redes de la buena medición mientras que desde el Banco Central, el director Federico Furiase apuntó que el “logro” se debía a esencialmente a la coordinación de la política fiscal, monetaria y financiera
“La inflación mayorista perfora el ritmo del crawling del FX (tipo de cambio) con la actividad recuperando, el BCRA comprando dólares y la brecha cambiaria colapsando junto al riesgo país. La efectividad del ancla cambiaria es endógena al superávit fiscal, al ancla monetaria y a la estrategia financiera”, afirmó Furiase.
Aunque resuenan cada vez más fuerte las advertencias de atraso del dólar, el equipo económico parece más que decidido a reforzar el ancla cambiaria. Existen, también, quienes defienden esa estrategia: aseguran que un menor ritmo de devaluación conllevaría un menor nivel de tasas de interés, fogoneando la suba de los activos (acciones y bonos) y retroalimentando un círculo virtuoso en el que la expansión del crédito permitiría reforzar la recuperación económica.
Cierto o no, el mercado ya descuenta que el crawling literalmente “bajará un cambio”. A pocos días de los dichos del Presidente al respecto, los contratos de dólar futuro pactados a febrero ya reflejaban la expectativa de una devaluación más acotada, presunción que se confirmará seguramente en las próximas jornadas entre los operadores.