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El equipo de Scaloni demostró en la primera doble fecha de Eliminatorias que conserva la intensidad que lo llevó a ganar el Mundial.
A unos 12 minutos en auto de Calacoto, el residencial barrio de La Paz donde se hospedó la Selección argentina, se encuentra el Valle de la Luna, un paisaje rocoso de formas muy particulares similar al que se puede apreciar en la provincia de San Juan. Cuentan que el mismísimo Neil Amstrong vino de vacaciones aquí en 1985 y quedó maravillado con este lugar al que bautizó con este nombre. Desde entonces se volvió una atracción obligada para todo aquel que visite esta elevada ciudad de Bolivia. Este miércoles volvió a coparse de turistas porque el martes todo el mundo estuvo atento al partido que la Argentina le ganó al local por 3-0.
“Si el equipo de Scaloni jugara en la luna, ganaría igual”, suelta un noruego en un perfecto español mientras se prende en la charla futbolera con una familia peruana, unos amigos bolivianos y este enviado especial, al mismo tiempo que ninguno podía sacarle los ojos de encima a esa tierra grisácea bañada de sol en una mañana perfecta.
Esa sentencia exagerada resume la sensación que transmite la Selección que a nueve meses de la gloria en Qatar 2022 no solamente demuestra sostener esa intensidad que la caracteriza sino que se siente más campeón que nunca, aún cuando no está Lionel Messi en cancha, como ocurrió en el Hernando Siles.
Esta doble jornada inicial de Eliminatorias era una prueba de fuego para el cuerpo técnico albiceleste y para todo el plantel. Por varios motivos. Porque es la primera vez que un equipo argentino campeón del mundo disputa un proceso clasificatorio hacia la próxima Copa. Porque la relajación después de un logro inigualable suele apoderarse de muchos. Y, principalmente, porque debían demostrarse internamente que lo que se dijo de la boca hacia afuera sobre que “la fiesta fue muy linda e histórica pero ya se terminó y ahora queremos ir por más”, es realmente cierto.
Y cuando el micro se retiró del estadio ya entrada la fría noche del martes en La Paz rumbo al aeropuerto, Scaloni se llevó la tranquilidad de que el campeón no está dispuesto a aflojar, sigue con hambre, sigue jugando en modo Qatar y da claras señales de ir por más.
Algunos factores sostienen la nueva vieja ilusión. El corazón se llenó en Medio Oriente, pero todavía tiene más lugar para recibir y para entregar. En estos dos primeros partidos por los puntos luego de la vuelta olímpica en el estadio de Lusail, el fuego sagrado fue el mismo y la presión alta se sostuvo. La Argentina fue paciente cuando no encontraba espacios ante la cerrada Ecuador y apretó en el complemento con mayor determinación. Y en los 3.600 metros de La Paz jugó y ahogó a su rival como en el llano hasta el final. Scaloni hizo cambios recién a los 30 minutos del segundo tiempo.
Messi. El capitán sigue estando arriba del barco. Cuando se lo necesitó, apareció, como ese tiro libre que contuvo algún tipo de magia para ganar una parada brava en el Monumental. Él sacó esos tres puntos de su galera de mago. Y acompañó a la delegación al país hermano aún sabiendo que había posibilidades de no jugar, algo que finalmente ocurrió. Su presencia incondicional es una motivación y un mensaje claro hacia los demás. Si Leo no se relaja, nadie lo hace.
Y sin Leo, Scaloni tiene la capacidad de armar una estructura que no sienta la falta del crack rosarino, tanto por un funcionamiento colectivo ya aceitadísimo como por elegir individualidades en niveles superlativos como Angel Di María, Julián Alvarez, Enzo Fernández y Alexis Mac Allister, por citar algunos.
La Scaloneta se mantiene a tope y su entrenador parece tener todo muy claro. Como contrapartida, muchas de las grandes potencias mundiales atraviesan momentos de recambio o gran incertidumbre, algo que a la Argentina le pasó hace cinco años.
El ejemplo más resonante es el de Alemania que despidió a su entrenador, Hansi Flick, recientemente tras la histórica goleada sufrida ante Japón. Rudi Völler se pondrá el traje de bombero para apagar las llamas y asumir como nuevo DT en breve. Otro que cambió de cabeza hace poco fue Italia, que viene de no participar en los últimos dos Mundiales. De urgencia debieron sacarle a Luciano Spalletti al Napoli después del portazo de Roberto Mancini.
España inicio una nueva etapa cuando se fue Luis Enrique ante la eliminación en Qatar y lo sucedió Luis de la Fuente, quien venía siendo entrenador de la Sub 21. Francia es la que busca darle continuidad a su proyecto que viene siendo fructífero, con un campeonato y un subcampeonato en los dos últimos Mundiales. Se quedó con la sangre en el ojo tras la final perdida contra la Argentina de Scaloni y buscará revancha.
En Sudamérica, Uruguay también se embarcó en una nueva etapa de la mano de Marcelo Bielsa. Y Brasil, que sigue ganando, pero que tiene un técnico interino como Fernando Diniz hasta mitad de 2024 cuando se espera por la asunción de Carlo Ancelotti, quien se convertirá en el primer extranjero en conducir a la Verdeamarela en casi sesenta años, desde que lo hiciera el argentino Filpo Núñez en 1965.
En el horizonte cercano, a la Argentina se le vienen cuatro compromisos más por Eliminatorias (Paraguay y Perú en octubre; y Uruguay y Brasil en noviembre) y luego a pensar en la Copa América de 2024 en Estados Unidos. La certeza de Scaloni de cara a lo que viene es que de la Scaloneta no solamente nadie se baja sino que todos quieren pisar el acelerador a fondo.