En tres casos distintos, ocurridos en 2011, 2020 y el 15 de julio pasado, desaparecieron para siempre tres miembros de la tripulación de buques pesqueros. Sus familias exigen justicia.
José Gabriel “Pepe” Ferreyra se había embarcado por primera vez a los 20 años. Su experiencia y su manera de trabajar fueron un factor clave para que lo designaran primer marinero, rol que se desempeñaba en el buque pesquero “Nuevo Viento”. Fue allí donde el pasado sábado 15 de julio cayó al agua y desapareció para siempre.
Su familia, además del dolor de no tener un cuerpo para despedirlo, plantea varias incógnitas por lo que pasó, entre ellas que “Pepe” (37) es el tercer tripulante que pierde el mismo capitán en similares circunstancias en un lapso de 12 años.
Los casos anteriores fueron los del marinero Marcelo Fabián “Fabio” Lográn (42), en el barco “Mar del Chubut”, en 2011, y de Matías Rubén Luri (37), jefe de máquinas del “Nuevo Viento”, en 2020. Sus familias apuntan contra las empresas, la Prefectura Naval Argentina (PNA) y la Justicia por “no actuar”.
Los que saben del tema cuentan que embarcarse es una tarea de alto riesgo. “La pesca es un ambiente muy arriesgado, mucho más que otras actividades náuticas. Que pase con el mismo capitán no es común, pero hay que ver las circunstancias y hablar con los tripulantes”, le dice a Clarín un hombre con varios años de experiencia en la Marina.
En principio, la versión oficial habla de un supuesto “golpe de agua“, es decir el sacudón que provoca el impacto de la ola sobre el casco de la nave.
“Lo de mi hermano quedó todo en la nada misma. Se archivó todo. Con el capitán ni idea qué pasó. Y lo de mi hermano lo trataron como si no fuera nada. Ni el último sueldo se cobró, ni el seguro de vida. Si bien el dinero no me lo devuelve, es lo que correspondía”, le cuenta a Clarín Leticia Luri (43).
Su hermano, Matías, de la provincia de Santa Fe, desapareció en el agua el 7 de marzo de 2020, a las 21, a 47 millas náuticas del puerto de Quequén.
Esa noche estaba el mar sereno. No había viento. Sus compañeros fumaron un cigarrillo en la popa hasta que el cocinero los llamó para cenar. Luri se quedó solo. “Pasaron 15 minutos que no venía y cuando lo fuimos a buscar no estaba más”, declaró uno de los tripulantes.
Mercedes Sanhueza (47) es la viuda de Lográn, a quien vieron por última vez arriba del barco, propiedad del empresario Francisco Romano, el 8 de febrero de 2011, a 180 millas en línea recta a Puerto Madryn.
“No tenía ningún motivo para tirarse al mar”, le dice la mujer a Clarín y agrega que “hubo muchas cosas raras” en torno al episodio.
“Nos vemos a la vuelta“, fue lo último que escuchó de boca de “Fabio”, un marplatense que criaba a cinco hijos y llevaba 25 años navegando.
“El capitán dice que estaba durmiendo, pero es mentira. Ahora otra vez pasa lo mismo y no ha visto nada. Y ya salió de nuevo a navegar. Se ve que lo que pasa arriba de un buque, queda arriba de un buque. Además, el único tripulante que quiso hablar conmigo al año se ahorcó: me citó en un café, en el puerto, me hizo esperar dos horas y nunca apareció”, advierte.
Ferreyra era de Necochea. Papá de dos chicos -un nene de 14 años y otro de 8- que todavía lo esperan. Desapareció mientras navegaba a unas 110 millas al este de Puerto Madryn, frente a Punta Ninfas, en la provincia de Chubut.
Aquel fin de semana de la tragedia, habían salido a pescar langostinos en el barco propiedad de la familia Ciccolella, una empresa armadora de Mar del Plata.
“No se sabe si lo empujaron, si hubo una pelea, si se cayó, si se resbaló. Estaban en una zona vedada, no estaban trabajando, le faltaban seis o siete horas para llegar al lugar de pesca”, reconstruye a este diario su hermano Simón Ferreyra (28).
El hombre cuenta que el juez federal N° 2 de Rawson, Guillermo Gustavo Lleral, “el mismo que ha intervenido en los otros casos, no hizo bajar a la tripulación a puerto apenas ocurrió el hecho y esperó cinco días para tomarles declaración”.
A “Pepe” lo vieron por última vez pasadas las seis de la mañana, pero recién se dieron cuenta de su desaparición a la hora del almuerzo.
“Es imposible que desde las 6 o 7 de la mañana hasta las 13.30, cuando dieron aviso a Prefectura, no se hayan dado cuenta que mi hermano no estaba cuando era la persona encargada de hacer que funcionara el barco”, sostiene el hermano del marinero.
La familia de Ferreyra aportó en el expediente el audio de WhatsApp que le había enviado a su novia (estaba separado de su esposa) el mismo 15 de julio, donde planteaba el mal estado de la embarcación, que tenía rota una baranda.
“Se lo hicimos saber al juez y aún así no hay ningún avance. No entendemos por qué con tantas pruebas evidentes no se toma en serio saber lo que sucedió”, se queja el hermano de “Pepe”.
El hombre también indica que “desde el día 1 no hubo voluntad de parte de la Prefectura ni del juez en esclarecer lo que pasó, siempre lo trataron como un accidente de trabajo”. Clarín consultó al juzgado de Lleral, donde respondieron que no iban a brindar declaraciones a la prensa.
Además, Simón marca que el dueño del buque, al que identificaron como Pablo Esteban Ciccolella, “solo se presentó el primer día para recomendarle a la familia que no viajara al sur del país y después se borró“.
“Las tres circunstancias que pasó con el mismo capitán fueron idénticas: tardaron el mismo tiempo en avisar”, advierte Ferreyra sobre Héctor Domingo Chazarreta (51), marplatense.
Según calculan los expertos, con la temperatura del agua del mar, una persona que cae al agua puede sobrevivir alrededor de una hora. Por eso, las esperanzas de hallarlo con vida se esfumaron. Ya nadie busca su cuerpo.
No obstante, Ferreyra apunta que “hay que buscar la verdad, porque hay muchas personas responsables: el dueño de la embarcación, el capitán, Prefectura por dejar navegar un barco que no estaba en condiciones y darle los permisos correspondientes”.
La ex esposa de José, Graciela Scalise (37), acota que su hijo mayor está desesperado porque su padre regrese. “Queremos encontrarlo, él quiere verlo por última vez, estamos esperando lo que sea de él”.
El “Nuevo Viento” figura dentro del grupo “fresqueros congeladores”. Cuenta con una eslora de 23 metros (largo) y una manga de 6 metros (ancho). Lo construyeron en 1990 en el astillero Federico Contessi, de Mar del Plata, en 1990, con una capacidad de bodega de 70 metros cúbicos. Tiene dos metros de calado y ya salió a alta mar a pescar nuevamente. Mientras tanto, tres familias siguen esperando respuestas.