El ministro candidato remontó más de 2,9 millones de votos. Apuntando a la segunda vuelta, Massa convocó a la “unidad nacional”, y Milei a “derrotar al kirchnerismo”.
En un desenlace sorprendente, el tablero electoral argentino se dio vuelta y el principal festejo anoche ocurrió inesperadamente en el búnker de Unión por la Patria. Al ministro-candidato -y a la estructura de poder siempre potente del peronismo que reaccionó detrás- no lo frenó la inflación galopante, los graves problemas de la pobreza y de una economía tambaleante y al borde del abismo: Sergio Massa remontó unos 2,9 millones de votos respecto de las PASO, y se alzó claramente con el ansiado primer lugar, con más de 36,6%. En el balotaje del próximo domingo 19 de noviembre deberá enfrentarse con Javier Milei, que quedó segundo pero lastimado. No solo muy lejos de su expectativa de triunfo en primera vuelta, sino estancado con alrededor del 30%, apenas 500 mil más que los 7,3 millones de agosto pasado.
En una campaña en la que su espacio no supo recuperarse del golpazo que significó haber perdido frente a Milei en las primarias, la debacle fue total para Patricia Bullrich, que con 23,8% no pudo retener siquiera el voto que en la interna de Juntos por el Cambio se había inclinado en agosto por Horacio Rodríguez Larreta. Se abre desde ahora un interrogante sobre el futuro de la principal alianza opositora. Sobre todo si en la segunda vuelta, sectores del PRO duro -donde podría anotarse Mauricio Macri- se inclinasen por el libertario, mientras otros moderados y del radicalismo (que gobernará cinco provincias) se hicieran eco del llamado de Massa a la “unidad nacional”.
Justamente esta estrategia de captación la inició Massa anoche ante un auditorio exultante en el búnker en Chacarita, donde muchos hacían las valijas para el 10 de diciembre. Prometió un “gobierno de unidad nacional” en el que convocará a “los mejores”. “La grieta se murió y empieza una nueva etapa en mi gobierno”, buscó seducir Massa. No nombró a Cristina Kirchner, y en el oficialismo, donde tampoco nada es color de rosa, ya puede adivinarse una batalla por el control del poder, y reacomodamientos.
No hubo en esencia un vuelco extraordinario: fue una elección de tercios otra vez, pero con corrimientos, los suficientes para trastocar el escenario que dejaron las PASO y darle increíblemente al oficialismo, de la mano de Massa, la opción altamente probable de quedarse cuatro años más en la Casa Rosada desde diciembre.
Hubo una participación que creció de 69% en las PASO a 77,6% este domingo. Una afluencia que parece quedar claro que se volcó mayoritariamente al candidato del oficialismo.
Milei queda en un brete. Este domingo mostró su techo, su límite. Cosechó apenas poco más que en las PASO. Necesita establecer urgentes alianzas, seducir sectores, acaso mirar hacia el centro. No es la especialidad de un activista de la motosierra. Desnudando con ironía ese registro desbocado de Milei, le preguntó anoche un periodista a Victoria Villarruel, si hay posibilidad de conversar con “una montonera que ponía bombas en jardines de infantes” (como la atacó Milei a Bullrich en campaña), respuesta que la candidata a vice esquivó con elegancia.
División opositora, caída y frustración
Con el actual panorama económico y social, el panperonismo tuvo la peor elección en años. Pero si quedó más que en pie y con altas chances de mantener el poder, fue por un hecho básico: el voto de la oposición se dividió.
La expectativa de cambio que expresaban a su electorado La Libertad Avanza y Juntos por el Cambio quedó defraudada. Queda la segunda vuelta, en un tramo acaso difícil por la impronta extrema, rupturista y antisistema del libertario. ¿Podrá convencer, para sumar? ¿Dejar atrás el rol de “agitador de derechas”, como lo definió el ex mandatario uruguayo, Julio María Sanguinetti, y ser quien aglutine al mayoritario antikirchnerismo?
Milei trató de dar anoche un paso en ese sentido: “Dos tercios de los argentinos votaron por un cambio”, leyó. Recordó los duros enfrentamientos en campaña con JxC y los dio por terminados. “Estoy dispuesto a hacer tábula rasa y barajar y dar de nuevo para terminar con el kirchnerismo”, tendió la mano. Se ve difícil con el radicalismo, partido al que ofendió sistemáticamente durante mucho tiempo.
En el búnker de JxC todo fueron caras largas de derrota inapelable. Bullrich ratificó su rechazo rotundo al Gobierno: “Nunca vamos a ser cómplices del populismo y de las mafias que destruyeron este país”, aseguró, flanqueada por su compañero de fórmula Luis Petri, Larreta y Macri.
La misma lógica de un voto opositor partido, se dio en el distrito clave, la provincia de Buenos Aires. Allí Axel Kicillof con casi 45% tendrá su segundo mandato. Ganó por amplio margen de 18 puntos (también remontó notablemente respecto de las PASO) mientras que el cambiemita Néstor Grindetti y Carolina Píparo de LLA, se dividieron casi en partes iguales al 50 por ciento del electorado.
El gobernador saliente de Córdoba, Juan Schiaretti, mejoró su resultado de las PASO y sacó casi 7 puntos, ratificando que sigue habiendo una “tercera vía” con vigencia. Myriam Bregman del Frente de Izquierda, obtuvo 2,6%.
Schiaretti no definió apoyos para el balotaje pero los diputados afines al espacio Alejandro Topo Rodríguez y la cordobesa Natalia de la Sota dieron rápidas señales, al destacar el llamado a la “unidad nacional” que hizo Massa.
En la Ciudad, Jorge Macri quedó al borde del 50%, pero no lograba evitar el balotaje con el kirchnerista Leandro Santoro, con 32%. Tercero lejos quedó el escudero del libertario, Ramiro Marra, casi en 14%.
En Entre Ríos, el ex ministro del Interior de Macri, Rogelio Frigerio, consiguió arrebatarle otra provincia al peronismo; y en Catamarca el peronista Raúl Jalil logró cómodo alzarse con su segundo mandato.
En el segmento de diputados y senadores, no hay balotaje. La nueva composición legislativa quedó definida anoche. Un Congreso dividido, con pérdida de bancas para el oficialismo (que igual seguirá siendo primera minoría en Senadores y muy cerca del quórum; y en Diputados. JxC perdió bancas en ambas Cámaras y quedó muy debilitado en el Senado. LLA se mete fuerte en el Congreso con bloques ahora de 8 senadores, y de unos 35 diputados nacionales, y será actor clave en las negociaciones, más allá de la suerte de Milei en la segunda vuelta.