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jueves, noviembre 7, 2024
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Sí o no a que los mayores de 60 se vacunen contra el dengue

A diferencia de lo que sucedía con el coronavirus, en que esta población accedía con prioridad a los pinchazos, esta vez es distinto. En lo que se proyecta como una de las temporadas con más casos de la historia, la explicación de los expertos.

Este año la campaña del dengue corre por cuenta de cada jurisdicción. Los especialistas indican la importancia de prevenir en el presente, cuando el virus todavía no se propaga a gran escala, porque hacerlo en los meses de verano sería comenzar a pelear cuando la batalla está perdida. Al repelente y el descacharreo, en 2024, afortunadamente, se suma la vacuna. Uno de los puntos más controvertidos es que la tecnología japonesa –bautizada Qdenga– es recomendada por las diferentes autoridades sanitarias en menores de 60 años. A diferencia de lo que sucedía con la covid, la plataforma no está indicada preferentemente para adultos mayores y es por eso que hay dudas en torno a si las poblaciones de este rango etario deberían o no pincharse.

En diálogo con Página 12Daniela Hozbor, bioquímica e investigadora principal del Conicet en el Instituto de Biotecnología y Biología Molecular de La Plata, señala: “El punto de la vacunación contra el dengue en los mayores de 60 es controvertido porque los estudios clínicos se hicieron primero en la población de 4 a 16 años, y después se complementó en un estudio puente en mayores, pero sin incluir a los de 60 o más. En eso se está avanzando”. Sin embargo, continúa con el detalle: “Uno de los principales asuntos a prestar atención en las vacunas es la seguridad. En Argentina, hay algunos datos que incluso han sido compartidos en congresos que muestran que es segura para los más grandes también”.

En este sentido, Mario Lozano, virólogo del Conicet, apunta: “Aunque todavía no tenemos los resultados para mayores de 60, hay indicios preliminares que indican que no hay una disminución de la respuesta inmune, que la protección es buena como en los adultos y adolescentes. Es una vacuna muy segura, por eso, mi recomendación para mayores es que se inmunicen“.

La eficacia de la vacuna para prevenir el contagio es de alrededor del 80 por ciento y para la protección de la enfermedad grave del 90 por ciento, un año después de la vacunación. Contraindicada en embarazadas y en individuos inumunosuprimidos, tiene como base al serotipo 2 del virus y se le agrega material genético de los restantes (1, 3 y 4) con el objetivo de ofrecer una protección integral contra todas las formas de dengue que circulan en el planeta.

En Argentina, de la misma manera que en otras naciones, la aprobación fue realizada para personas de cuatro años en adelante, por lo que se podría estimar, según Hozbor, que los mayores de 60 estarían incluidos. “La población de adultos mayores no constituyen la prioridad en esta oportunidad porque en términos de incidencia no está ese grupo etario a la cabeza”. Aquí vale la pena distinguir un concepto: si bien en ellos hay menos incidencia (ya que la mayor cantidad de casos se registraron en los adultos jóvenes), sí presentan más mortalidad porque, como es de prever, suelen enfrentar comorbilidades que elevan el riesgo.

Consulte al médico de confianza

En este marco, será clave la consulta de los pacientes a los profesionales de salud de confianza, porque cada caso es específico y se evalúa de forma integral, teniendo en cuenta antecedentes previos e historia clínica. “Si consideran que su paciente debe inocularse, la recomendación nunca está de más”, dice Hozbor. En paralelo, es necesario que los médicos estén al tanto de la última evidencia científica disponible, para indicar si es necesaria o no según las circunstancias de cada quien. En caso de que lo requieran, con una orden es suficiente para poder inocularse en farmacias que la suministren. La Qdenga consta de un esquema de dos dosis que deben suministrarse con tres meses de diferencia. Cada uno de los pinchazos cuesta alrededor de 98 mil pesos y luego del primero, el organismo va generando anticuerpos y una protección considerable.

Los centros Vacunar, por ejemplo, proponen facilidades de pago y financiamiento. Así lo explican en su sitio: “Sobre el importe, se aplica el descuento convenido según la cobertura médica y podés abonar en 3 cuotas sin interés a través de Mercado Pago. Para pacientes particulares ofrecemos un 20% de descuento abonando en efectivo, tarjeta de crédito y débito”. Por su parte, la provincia de Buenos Aires impulsa la inmunización y, en esta línea, para aquellos que estén afiliados a IOMA brinda un 30 por ciento de descuento y la aplicación sin cargo.

Quienes, en teoría, deberían tener prioridad en el acceso a la vacuna son quienes ya tuvieron dengue en el pasado. Son, por caso, los residentes de las provincias con transmisión ininterrumpida (noreste argentino), así como también los territorios del noroeste y centro con alta incidencia.

Las reglas del mercado

La Comisión Nacional de Inmunizaciones (CoNaIn), a tono con la recomendación que de manera más o menos homogénea realizaron las provincias, inician entonces la campaña por las franjas más pequeñas. El acceso a las vacunas es limitado en cada jurisdicción, porque como la del dengue no fue incluida en el calendario obligatorio, Nación no garantiza su acceso.

Ello va en consonancia con un sistema de salud que, durante la gestión libertaria, restringe más que lo que incluye. La aparente política de déficit cero también alcanza a áreas sensibles, de manera que el “sálvese quien pueda” se traduce en el “sálvese quien tiene dinero”. El mercado y sus reglas que siempre favorecen a los mismos.

Más allá de que la vacuna es una herramienta de prevención fundamental, también existen otros instrumentos vinculados al descacharreo. La hembra del mosquito vector del dengue, el afamado Aedes ageypti, coloca los huevos en cualquier objeto capaz de acumular agua. En el verano, al incrementarse la temperatura y las precipitaciones, se crea el escenario ideal para que los huevos eclosionen y emerjan las larvas. Esas larvas luego serán los insectos que transmitirán la enfermedad; serán los mensajeros que al picar a alguien enfermo podrán enfermar a alguien que no lo estaba. De aquí que eliminar cualquier recipiente que pueda acumular agua es una medida sencilla y que involucra a toda la ciudadanía de una manera activa. Y es una de las más eficaces para controlar la circulación de mosquitos y, por lo tanto, la propagación de la enfermedad.

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